'La tierra prometida': estupenda película, cargada de romance, violencia y dolor
Drama histórico danés, muy bien contado, que nos ofrece una película de aliento épico y tintes de gran historia. El propio director, Nikolaj Arcel, la califica como un western nórdico que relata la batalla de un hombre contra la tierra y por la tierra. Fue nominada en Venecia a la categoría de mejor película.
Ludvig Kahlen es un capitán retirado, de orígenes bastardos, que desea hacerse un nombre y crear una colonia en las áridas tierras del páramo danés. Tras conseguir el permiso real, Kahlen comienza a labrar la tierra con ayuda de dos siervos fugitivos. Muy pronto el señor de los terrenos colindantes, Frederik Schinkel, que considera suyas las tierras del páramo, se opondrá a Kahlen y a sus siervos huidos, tratando de destruir con todos sus recursos el proyecto del capitán.
La película destaca en primer lugar por su cuidadísima ambientación y producción, que reproducen la Dinamarca de 1755 con mimo y grandiosidad, desde los fastos del gran señor hasta la belleza del páramo virgen. La cinta está rodada en los mismos escenarios en los que transcurren los hechos porque, como afirmaba el propio director, la naturaleza tiene un papel predominante en la historia como metáfora de todo aquello que el hombre no puede controlar. La lucha de la voluntad humana contra el destino y contra lo salvaje son los trasuntos más poderosos en esta historia, que busca emular, y de nuevo son palabras de Arcel, las epopeyas filmadas por John Ford y David Lean.
Es este aliento épico lo que hace de la película una gran historia, a la que contribuyen sus personajes e intérpretes principales. Mads Mikkelsen (Otra ronda) interpreta con contención y equilibrio al capitán Kahlen, Simon Bennebjerg hace lo propio con un personaje tan sádico como el de Schinkel, que representa el abuso de poder del señor feudal. Destacan entre los secundarios los actores Amanda Collin y Magnus Krepper como los siervos huidos. Es especialmente interesante el personaje de Bárbara (Collins), que se presenta como un rol femenino de gran fuerza y con un interesante desarrollo en la historia. Para Arcel, retratar el lugar de la mujer en aquel escenario era otra de las prioridades en su película, pero es una pena que la mirada contemporánea quiera «empoderar» a veces a las mujeres de una forma tan poco natural, e incluso agresiva, que termina por ser disonante con el propio personaje y su época. En esta línea la cinta posee una factura hiperrealista que lleva en un par de ocasiones a mostrar con excesiva crudeza la violencia y sexualidad entre sus protagonistas.
Junto con los ya mencionados, otros temas que se abordan en el filme son el origen de los asentamientos, la vida de los colonos, e incluso las normas y supersticiones sociales de la época. De manera muy veraz pero también entrañable, la película supone un retrato bastante sólido de la crudeza de esa vida, y deja en el espectador una interesante reflexión sobre los límites de la ambición. Un drama histórico, y a la vez muy humano, que excepto esos excesos visuales que ya hemos comentado, destila clasicismo y buen cine.
Filasiete
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