Bicentenario de la Orden General del 15 de mayo de 1825
En el marco de la Cruzada Libertadora, luego de instalar el sitio a Montevideo, los líderes revolucionarios Juan Antonio Lavalleja y Fructuoso Rivera se dirigieron hacia el interior del territorio oriental. El 10 de mayo de 1825 llegaron a la Villa del Durazno, un punto estratégico donde, en los días siguientes, firmarían una serie de documentos cruciales para el proceso emancipador. Entre ellos destaca, por su importancia política y simbólica, la Orden General del 15 de mayo de 1825.

Esta resolución fue concebida como un mensaje claro: el movimiento independentista no debía repetirse como una sucesión de abusos y violencias, como había ocurrido en anteriores etapas revolucionarias. Por el contrario, se buscaba establecer un nuevo orden, basado en la disciplina, el respeto y el rechazo explícito a los delitos cometidos al amparo del caos.
La Orden comenzaba con una advertencia tajante:
“La experiencia ha manifestado desgraciadamente en otras épocas, que en la revolución las pasiones se desenfrenan, y los malvados se aprovechan en estos momentos para cometer los delitos de deserción, homicidio, estupro y latrocinio…”
Con estas palabras, los jefes patriotas dejaban en claro su intención de conducir la lucha por la independencia bajo un marco ético y legal. Se establecieron entonces sanciones severas para quienes atentaran contra el orden público o incurrieran en conductas criminales, incluso dentro del ejército revolucionario.
La difusión de esta Orden General fue amplia. Se envió a todas las poblaciones y unidades del ejército en formación y se publicó incluso en la prensa de Buenos Aires, donde recibió elogios por su tono firme y civilizador. Uno de los comentarios destacados afirmaba:
“El espíritu decidido de ella es contribuir eficazmente a que los orientales vean en los patriotas, que han tomado sobre sí un empeño tan digno, sus libertadores y amigos, y no los destructores de sus fortunas y vidas”.
A 200 años de aquella histórica proclamación, el Bicentenario de la Orden General del 15 de mayo de 1825 nos invita a recuperar una dimensión menos recordada por la historiografía tradicional: la voluntad de los revolucionarios orientales de construir no solo la independencia, sino también un país basado en la justicia y el respeto a la vida y los bienes de sus habitantes.
Fuente: Óscar Padrón Favre
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