¿En qué estado está el mercado legal del cannabis y su disputa con el narcotráfico?
Hace más de diez años el país se convirtió, regulación estatal mediante, en el primero en legalizar el cultivo y venta de marihuana.
A lo largo de la historia, el asunto del cannabis fue un problema más bien relativo entre las distintas civilizaciones, puesto que mientras para algunos líderes significó una amenaza directa al orden social, en otros pueblos se trató de un elemento que se encontraba estrechamente ligado al plano espiritual.
En las Américas, donde fue introducido por los españoles a mediados del siglo XVI, tampoco significó una problemática gruesa hasta principios del siglo XX, cuando en 1906 Estados Unidos promulgó la Ley de Pureza de Alimentos y Medicamentos, que etiquetaba como "peligrosos" los productos derivados del cáñamo.
Las restricciones del país norteamericano sobre los psicotrópicos y el cannabis, muchas motivadas por intereses económicos, se fueron recrudeciendo con el paso del tiempo y le siguió la Ley Harrison de Impuestos sobre Narcóticos en 1914 y la Ley de Tasación de la Marihuana en 1937, que buscaba disuadir el consumo de esta y sus derivados a través de excesivos gravámenes sobre su producción y comercio. De aquellos polvos vinieron los lodos de la Guerra contra las drogas impulsada por el presidente estadounidense Richard Nixon en 1971, la cual continúa hasta nuestros días con más sombras que luces.
En diciembre de 2013, Uruguay pasó a estar a la vanguardia dentro del escenario internacional en materia de legislación del cannabis, luego de aprobada la ley para la regulación de este mercado por parte del Estado, transformándose en la primera nación a nivel global en legalizar el cultivo y la venta —con limitaciones— de marihuana.
La osada decisión política del gobierno del por entonces presidente de la República, José Mujica, despertó críticas y halagos tanto a nivel local como en el exterior, pero el mandatario justificaba el respaldo de su gobierno a la nueva normativa en el propio combate al narcotráfico, entendiendo que las consecuencias de las prohibiciones que trajo la Guerra contra las drogas de Nixon resultaron en una cantera para el afloramiento de narcotraficantes.
"Para nosotros el eje central de la lucha es arrebatarles el mercado, que esto deje de ser negocio, porque sencillamente los costos no dan para competir", dijo ese año Mujica sobre el nuevo rol que tendría el Estado nacional como productor, almacenador, vendedor y distribuidor de marihuana barata y de calidad, la cual, a priori, dejaría fuera de escena los traficantes de la droga.
El Estado permite, previo registro, de un expendio de hasta 10 gramos de marihuana por semana en farmacias adheridas (tenencia máxima de 40 gramos), un tope de hasta 6 plantas para autocultivo con un límite de 480 gramos de cosecha al año, o el ingreso en clubes cannábicos a partir de una membresía.
Las variedades originales ofrecidas en las farmacias (Alfa y Beta, cada una con sus variantes) presentan bajo tetrahidrocannabinol (THC), su principal constituyente psicoactivo, cuando en la producción artesanal puede superar el 18%. Este factor no estuvo exento de comentarios negativos desde el comienzo, ya que para algunos usuarios el producto recreativo que se ofrecía en los establecimientos era insuficiente, algo que derivó en el lanzamiento de Gamma, con un THC ≤15%.
El mercado regulado de la marihuana en números
De acuerdo a datos del Instituto de Regulación y Control de Cannabis (IRCCA), en el país se encuentran registrados dentro del mercado regulado unos 69.789 adquirientes en farmacias y unas 39 farmacias habilitadas; unos 12.611 cultivadores domésticos; otros 13.128 miembros pertenecientes a clubes cannábicos; y 373 clubes de membresía.
A su vez, fueron aprobadas unas 3 licencias para cultivo psicoactivo de uso adulto; 13 para cultivo de uso medicinal; 13 para industrialización; 15 para investigación; otras 5 para laboratorios analíticos; y 1 operación de Zona Franca y áreas aduaneras.
A mediados de 2023, el organismo estatal estimó que en Uruguay al menos unas 250.000 personas habían consumido marihuana en los 12 meses previos, y que el mercado regulado alcanzaba directamente al 34% de las mismas. No obstante, desde el IRCCA aclaran que dadas las prácticas de consumo compartido y los usuarios indirectos, el mercado real trepa a más del 51%.
La presencia de este mercado gris reaviva una de las primeras críticas que recibió la iniciativa por parte de sus detractores: la oferta de producto regulado quedará muy por debajo de la demanda. En referencia a esta situación, el narcotraficante uruguayo, Sebastián Marset, actualmente prófugo de la Justicia a nivel regional, reflotó el año pasado las palabras Mujica acerca de "arrebatar mercado", dando a entender que el Estado era consciente que este problema de coexistencia con el mercado negro se extendería en el tiempo. "Narcotráfico legal", deslizó irónico.
De visita en Montevideo en 2019, el ya fallecido filósofo español Antonio Escohotado, autor de la aclamada obra "Historia general de las drogas", consideró tajante como una "ridiculez" y un "sinsentido" a la "salida" que encontró Uruguay para el mercado cannábico. "En la farmacia venden una marihuana que tiene una cantidad tan baja del principio activo que es una estimulación directa al mercado negro", expresó y añadió: "debo ser en el mundo la persona que más ha estudiado la historia de las drogas y, sin embargo, en Uruguay estoy pendiente de que alguien me aclare lo del club de consumidores".
Para Escohotado, la cuestión se trataba de acabar con la prohibición, desregulando completamente el negocio del cannabis y sus derivados, y no de legalizarlo. "Me parece que el catálogo de derechos civiles está bien definido y que incluir el derecho a tomar sustancias psicoactivas sería muy confuso, en cambio, derogar la prohibición ya se hizo con la Ley Seca", añadió.
El desplazamiento de los productos inferiores
Si bien la marihuana "en negro" es una realidad, y probablemente lo siga siendo, se puede decir con seguridad que la intervención estatal en el mercado cannábico sí fue efectiva en el desplazamiento de los productos inferiores que otrora pululaban entre los consumidores, como la marihuana "prensada" que mayormente provenía del Paraguay, de pésima calidad y dudosas condiciones sanitarias.
Tanto el cannabis modificado que ofrece el Estado, como el que es producido a nivel minorista por la ciudadanía elevaron el estándar cualitativo exigido. El excedente de los autocultivadores, quienes componen la zona gris del mercado, así como una mayor expertise en la sociedad, prácticamente desterraron la oferta de gamas bajas.
Fuente: Ámbito Uy
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