¿Cómo surgió la idea de hacer el desfile inaugural por el río Sena?
Por primera vez la ceremonia saldrá de un estadio olímpico.
Cuando los barcos se lancen este viernes por las aguas del Sena con las 206 delegaciones olímpicas, será la consecución de una «idea loca» que nació en la mente de los organizadores de París 2024 en Buenos Aires, en 2018, y que ha ido atravesando obstáculos hasta convertirse en realidad.
Fue en los Juegos de la Juventud de aquel año en la capital argentina, en el momento en el que las delegaciones remontaron la célebre Avenida 9 de julio, cuando se fraguó el concepto de una ceremonia fuera del estadio que dejara una huella imborrable en la mente de los espectadores.
El presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, quedó obnubilado por la idea y lanzó un desafío a Tony Estanguet: «Tuve como un sueño cuando vi aquella ceremonia y me la imaginé en el corazón de una ciudad tan emblemática como París. Espero que nuestros amigos franceses recojan el guante».
Sus palabras, en un comité ejecutivo celebrado en Tokio, sonaron a desafío para París y el propio presidente, Emmanuel Macron, decidió recoger aquel guante.
Desde la capital nipona, donde recibían el relevo olímpico, Macron hizo el anuncio de que la ceremonia no se haría en un estadio olímpico. París quería que el banderazo de salida de sus Juegos estuviera abierto al mundo y el presidente ya esbozó esa «idea loca».
En un primer momento, los responsables de la candidatura imaginaron la ceremonia remontando los Campos Elíseos. Pero la más famosa avenida de la capital está ya acostumbrada a diferentes desfiles, incluso algunos tan excepcionales como el que se celebró para conmemorar el bicentenario de la Revolución Francesa.
No, París 2024 quería algo más audaz. Estanguet necesitaba un elemento que elevara el nivel de la candidatura, que pusiera el acento en lograr algo que nadie antes había hecho.
El Sena apareció como hilo conductor. Muchas de las competiciones programadas discurrían en instalaciones que están al lado del río que, además, ya estaba considerado para albergar algunas pruebas en sus aguas, otro de los «retos locos» que fue saliendo adelante.
Voces a favor, pero también en contra
La idea fue ganando adeptos, empezando por la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, que siempre fue una de sus grandes defensoras.
Pero también enemigos, como el alcalde de Saint-Denis, Patrick Braouezec, que consideraba que privar al Estadio de Francia, ubicado en su ciudad, de la llama olímpica equivalía a una afrenta a todo el departamento, uno de los más pobres del país.
En el Ministerio del Interior y la Prefectura de Policía tampoco estaban por la labor. Había demasiados flecos de seguridad que controlar, demasiado riesgo.
Pero Macron encontró la clave: la ceremonia de inauguración sería la punta de lanza de su proyecto de refuerzo de las fuerzas del orden en el país.
Las voluntades fueron cediendo y la ceremonia encontró el camino adecuado.
En interno, se criticó su coste loco, aunque París 2024 nunca ha revelado el real, ya que lo inscribe dentro del presupuesto de 148 millones de euros para las cuatro ceremonias, apertura y clausura, olímpica y paralímpica.
Las fuerzas del orden fueron limando los detalles, el proyecto fue cobrando forma y el número de espectadores ajustándose a lo que podía ser realista desde el punto de vista de la seguridad.
Del millón de personas que se había anunciado inicialmente, el proyecto final limitará a 316.000 el número de asistentes.
De la ceremonia abierta de la que presumían los organizadores en sus primeros momentos, a un evento al que hay que asistir por invitación, para conocer bien la identidad de todos los espectadores.
Al final, solo 212.000 lo harán de forma gratuita, invitados por las diferentes instancias implicadas en la ceremonia. A ellos se suman 104.000 que lo harán desde las gradas levantadas en las riveras bajas y que habrán pagado una entrada.
Pero en París 2024 sostienen que seguirá siendo la ceremonia más abierta de la historia de los Juegos.
Fuente: EFE
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