La costa uruguaya herida: cuando 50 litros de crudo no explican 50 kilómetros de desastre.
El viento lleva un olor extraño, denso y químico, que se mezcla con la brisa marina. En la arena, lejos de ser dorada, manchas negras y viscosas se adhieren a las rocas y forman una siniestra línea de marea. Pingüinos magallánicos, símbolos de estas costas, yacen inmóviles, sus plumajes blancos y negros irreconocibles bajo el […]
La costa uruguaya se ha visto ensombrecida por derrames de petróleo crudo (fotos: animales empetrolados relevados por SOCOBIOMA y SOS Fauna Marina)
El viento lleva un olor extraño, denso y químico, que se mezcla con la brisa marina. En la arena, lejos de ser dorada, manchas negras y viscosas se adhieren a las rocas y forman una siniestra línea de marea. Pingüinos magallánicos, símbolos de estas costas, yacen inmóviles, sus plumajes blancos y negros irreconocibles bajo el manto de alquitrán.
Lobos marinos arrastran sus aletas contaminadas hacia la orilla, mientras gaviotas intentan en vano limpiar sus alas. Esta es la postal desgarradora que por estos días define playas paradisíacas uruguayas como Ocean Park, La Susana en José Ignacio, o Playa Brava de Punta del Este.
La explicación oficial: un derrame de “solo 50 litros” de crudo por parte de ANCAP. La evidencia: un impacto ambiental mayor que eso, que abarca vastos kilómetros de costa, 7 playas confirmadas y una fauna marina visiblemente impactada. La matemática del desastre no cierra, y la naturaleza paga el precio de una respuesta institucional fracturada.
La aritmética improbable: 50 Litros vs. 30.000 m² de devastación
El número oficial –50 litros– resuena como un mantra oficialista. Pero la física lo cuestiona. Un simple cálculo operativo revela una posible inconsistencia:
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50 litros (0,05 m³) de crudo, en una capa ultrafina de 1 micra (0,001 mm), cubrirían 50.000 m² (5 hectáreas).
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La costa visiblemente afectada alcanza mínimo 30.000 m² (1.500 m de longitud x 20 m de ancho promedio), incluso en estimaciones conservadoras, de acuerdo a información que hizo llegar a LARED21 un biólogo marino que sigue de cerca el caso.
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La realidad es peor: el crudo no forma una película uniforme. Se fragmenta en parches espesos arrastrados por corrientes, incrustándose en arena y rocas desde Sauce de Portezuelo hasta El Chorro, afectando zonas no contiguas. ¿Cómo explican 50 litros la contaminación simultánea en playas separadas por kilómetros, la muerte de fauna protegida y manchas persistentes tras 72 horas? La respuesta lógica apunta a un subregistro alarmante o a fuentes múltiples no controladas.
El derrame de crudo fue superado por el derrame de dudas. El informe operativo es demoledor:
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Sin mando unificado: Prefectura, Dinama, ANCAP y municipios actuaron como islas, sin coordinación táctica.
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Comunicación fragmentada: Mensajes contradictorios y tardíos sembraron desconfianza. Vecinos reportaban manchas antes que las autoridades.
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Monitoreo opaco: Ausencia total de imágenes satelitales o aéreas públicas que rastreen la mancha. Un “agujero negro” de información en pleno siglo XXI.
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Respuesta lenta: Sin protocolos activados de inmediato para rescate de fauna o contención eficaz.
“Esto no es solo un accidente; es un fracaso de inteligencia ambiental”, advierte otro experto en biología marina consultado por LARED21 bajo anonimato. “Cuando no hay datos abiertos ni comando claro, cualquier derrame se convierte en una catástrofe”.
El costo real: la biodiversidad empetrolada
Las cifras oficiales palidecen ante la evidencia biológica:
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Pingüinos magallánicos muertos o en agonía, incapaces de regular su temperatura con el plumaje empetrolado, según relevó las organizaciones SOCOBIOMA y SOS Fauna Marina.
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Lobos marinos y tortugas con hidrocarburos en piel y mucosas, riesgo de intoxicación interna, de acuerdo a datos de biólogos que siguen de cerca la crisis.
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Aves costeras (gaviotas, cormoranes) con alas inutilizadas, condenadas a morir de hambre o frío.
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El daño es persistente: el crudo se hunde en el sedimento, contamina fondos marinos y entra en la cadena trófica. Lo que hoy es una mancha visible, mañana será un veneno silencioso en el ecosistema.
Derrame en boya de José Ignacio: alertan sobre riesgos subestimados y descoordinación institucional
Un reciente informe del newsletter Uruguay Sin Contaminación cuestiona la versión oficial sobre un derrame de crudo ocurrido el 3 de agosto en la boya petrolera de José Ignacio, señalando posibles subestimaciones de su impacto, riesgos regionales y graves falencias en la coordinación institucional.
Según el documento fechado el 12 de agosto, aunque las autoridades (ANCAP y el Ministerio de Ambiente) calificaron el derrame de 40 litros durante operaciones del buque Eagle San Francisco como un “incidente menor” y aseguraron su control, existen evidencias que sugieren un mayor alcance.
Imágenes satelitales y fotografías cenitales analizadas muestran “6 manchas y dos trazas adicionales de extensión mucho mayor que la prevista por las autoridades”. Simultáneamente, se detectaron trazas de hidrocarburos en más de 1.500 metros de playas de Maldonado, afectando fauna marina.
Aunque ANCAP desvinculó estas manchas costeras del derrame, el informe destaca su “patrón temporal y proximidad geográfica” como factores que mantienen abierta la hipótesis de un vínculo.
Ante la falta de información oficial detallada, el boletín plantea escenarios preocupantes:
- Si el volumen derramado fue mayor, las corrientes podrían llevar contaminantes a aguas internacionales en menos de 72 horas o, con cambio de vientos, hacia la Bahía de Samborombón (Argentina).
- La Corriente del Brasil podría transportar remanentes al litoral sur de Brasil en 15-25 días.
- Se advierte sobre la posibilidad de “microfugas persistentes” no detectadas.
- El crudo, potencialmente alto en asfaltenos y resinas, podría tener “alta persistencia y baja biodegradabilidad”, afectando ecosistemas por meses y perjudicando la pesca artesanal.
El informe también recopila antecedentes de mantenimiento (2022-2025) que incluyen una licitación abreviada para telemetría en 2022 y reportes previos de “pequeños derrames controlados” por fallas en válvulas. Esto, señala, apunta a “medidas paliativas” y refuerza “la necesidad de sustitución integral” de componentes críticos.
Se critica la “descoordinación entre organismos”, evidenciada por un reconocimiento oficial de “fisura en soldadura” y “desorden en la información inicial”. La Intendencia de Maldonado activó limpiezas con Cecoed, Prefectura y fuerzas armadas sin una comunicación unificada con ANCAP.
El boletín cierra denunciando la “ausencia de pronunciamientos claros” de Presidencia de la República, el Ministerio de Ambiente e intendencias afectadas, generando un “vacío de liderazgo” ante un incidente de potencial alcance internacional.
Vinculación con exploraciones sísmicas
El informe contextualiza el derrame dentro del debate sobre las exploraciones petroleras offshore planificadas para fines de 2025 (áreas OFF-1 y OFF-3). Señala la oposición de organizaciones ambientales (como Mar Libre de Petroleras Uruguay y la Red Unión de la Costa).
Estas agrupaciones civiles cuestionan los impactos de las técnicas sónicas (“air guns») sobre la fauna marina, especialmente en un entorno ya estresado por contaminación. Esta coincidencia temporal, afirma, “profundiza la percepción de descoordinación institucional y tensión entre prioridades extractivas y ambientales”.
El boletín recomienda a las ONGs implementar monitoreo independiente de aguas y fauna, crear redes de alerta transfronterizas con Argentina y Brasil, realizar seguimiento legal de permisos, documentar evidencias con cadena de custodia y exigir transparencia en la publicación de informes completos.
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