36 años sin Alfredo Zitarrosa
Un martes 17 de enero, pero de 1989, Montevideo y Latinoamérica perdían a una de sus voces más emblemáticas: Alfredo Zitarrosa. Nacido el 10 de marzo de 1936, este cantautor, compositor, poeta, escritor y periodista uruguayo dejó un legado imborrable en la música popular. A 36 años de su partida, su obra sigue viva en el corazón de quienes lo escuchan.

Más allá de su talento artístico, Zitarrosa fue un hombre profundamente conectado con su tierra y su gente. Sus canciones son un reflejo de la identidad uruguaya, con sus paisajes, sus costumbres y sus luchas.
En una entrevista realizada por la Revista Humor en agosto de 1982, Zitarrosa expresaba con nostalgia su añoranza por Montevideo:
"-Yo recuerdo muchas cosas de Montevideo, su rambla, su color extrañamente amarronado, su fuerte aroma a tabaco, la adustez de su gente, los chivitos. Usted, ¿qué es lo que más extraña?
-Se extraña todo, pero de la ciudad lo que más extraño es la rambla y algunos fragmentos del Barrio Sur.
-¿Cuáles?
-La placita... caramba... me olvidé del nombre de la plaza. Tendría que escuchar la canción “ya nadie me espera en la plaza”. Extraño el olor a creolina de la fábrica de enfrente. Viví durante un período de mi vida en una bohardilla, justo enfrente de esa placita, al costado del Cementerio Central. ¿Cómo se llamaba esa placita? Extraño el paseo diario a la costa, me hacen falta los árboles de todo el Uruguay, los paisanos nuestros, los gallegos de los boliches, los resultados de la quiniela, Peñarol, todo me hace falta".
Estas palabras revelan la profunda conexión de Zitarrosa con su entorno, con los pequeños detalles que construyen la memoria colectiva. La rambla, el Barrio Sur, los olores, los personajes cotidianos, Peñarol… todo formaba parte de su universo creativo.
Su repertorio es un tesoro de la música popular latinoamericana. Canciones como "El violín de Becho", un homenaje a un músico callejero; "Doña Soledad", un retrato de la melancolía; "Pa'l que se va", un canto a la despedida; "Crece desde el pie", un llamado a la esperanza; "Stéfanie", una delicada melodía; "Adagio a mi país", una reflexión sobre la identidad nacional; "Recordándote", un emotivo recuerdo; y el poema por milonga "Guitarra negra", son solo algunas de las joyas que nos legó.
Alfredo Zitarrosa fue mucho más que un músico. Fue un cronista de su tiempo, un poeta que supo musicalizar los sentimientos de un pueblo, un artista comprometido con su realidad. Su voz, grave y profunda, sigue resonando hoy, a 35 años de su partida, recordándonos la importancia de la memoria, la identidad y el compromiso con la vida. Un hincha de Peñarol, un montevideano de pura cepa, un artista inmortal.
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