Corazón: el libro que todavía enseña a ser buena persona

Hay libros que se leen una vez y se olvidan, y hay otros que se quedan para siempre. Corazón: Diario de un niño, escrito por Edmundo De Amicis en 1886, pertenece a esta segunda categoría. Aunque nació en otro tiempo y en otro país, conserva una fuerza moral y una ternura que siguen tocando fibras muy humanas.

Oct 17, 2025 - 13:14
Oct 17, 2025 - 13:32
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Corazón: el libro que todavía enseña a ser buena persona

La historia está contada como el diario de Enrico Bottini, un niño italiano que cursa la escuela primaria en la ciudad de Turín. Cada mes escribe lo que vive y lo que siente: las clases, los recreos, los amigos, los retos de los maestros, las alegrías y las penas de su familia. A través de esas páginas, se va dibujando el crecimiento de un niño que aprende no solo con los libros, sino con el alma.

Lo más hermoso de Corazón es su mirada limpia y sincera sobre la infancia. Enrico observa todo con curiosidad, se equivoca, se enoja, se conmueve. Y en ese proceso va descubriendo valores que hoy siguen siendo fundamentales: la solidaridad, la honestidad, el respeto, la empatía, el amor por el trabajo y la familia. La escuela que describe De Amicis no es un simple edificio con pizarras y pupitres; es el lugar donde se aprende a convivir, a comprender, a perdonar y a pensar en los demás.

Cada mes, el maestro de Enrico lee en clase un relato breve: los famosos “Cuentos mensuales”, pequeñas historias que transmiten una enseñanza. En ellos hay niños valientes, humildes o trabajadores que enfrentan situaciones difíciles y logran superarlas gracias a su carácter.

El más conocido, Desde los Apeninos a los Andes, narra el viaje de un niño que cruza el océano para buscar a su madre enferma en América del Sur. Otro, El pequeño escribiente florentino, muestra la lucha de un chico que trabaja para ayudar a su padre y que aprende el valor de la verdad.

Estos cuentos, escritos con sencillez y emoción, no buscan adoctrinar, sino hacer sentir. Por eso, aunque pasen los años, siguen conmoviendo a quien los lee.

Los compañeros de Enrico también son inolvidables. Garrone, el más noble del grupo, siempre defiende al débil. Derossi, el brillante, enseña humildad. Coretti, trabajador y alegre, recuerda la dignidad del esfuerzo. Nelli, el niño enfermizo, despierta ternura y compasión. Y Franti, el travieso y burlón, muestra lo que ocurre cuando uno elige el camino del egoísmo.

A través de ellos, el libro construye una verdadera escuela de vida: cada personaje representa una forma de ser, y cada uno enseña algo distinto sobre lo que significa crecer con el corazón abierto.

Aunque Corazón fue escrito en el siglo XIX, su mensaje sigue vivo. Hoy, en una sociedad que muchas veces valora más la rapidez y la competencia que la bondad, este libro propone volver a mirar lo esencial.

De Amicis nos recuerda que educar no es llenar cabezas, sino formar corazones. Que la verdadera enseñanza no consiste solo en saber más, sino en ser mejor. Que detrás de cada examen, de cada deber, hay una oportunidad para aprender empatía, respeto y compasión.

Leer Corazón en la actualidad es casi un acto de resistencia frente a la indiferencia. Es detenerse un momento para escuchar la voz de un niño que escribe con sinceridad sobre lo que aprende del mundo y de sí mismo. Su lenguaje es simple, pero sus sentimientos son profundos. Cada página invita a pensar, a recordar y, sobre todo, a sentir.

Un libro para leer en familia o en la escuela

Una buena manera de leerlo es un capítulo por día, como si acompañáramos a Enrico durante su año escolar. Puede leerse en familia, en clase o a solas. Lo importante no es avanzar rápido, sino dejar que las palabras hagan su trabajo: despertar emociones, abrir preguntas, provocar conversación.

Los adultos descubrirán reflexiones que quizá no vieron de niños, y los jóvenes encontrarán ejemplos claros de cómo una vida sencilla puede estar llena de dignidad.

El mensaje que permanece

Más allá del tiempo, Corazón sigue recordando que los gestos nobles no pasan de moda. Que ayudar, pedir perdón, defender al débil o cumplir con el deber no son cosas pequeñas, sino las bases de una sociedad más humana.

De Amicis no escribió un libro para niños solamente: escribió un libro para todo aquel que quiera conservar la sensibilidad y la bondad en medio del ruido del mundo.

Al cerrar la última página, uno se queda con una sensación profunda y limpia: la de haber vuelto a creer en la nobleza del ser humano. Y eso, en estos tiempos, ya es mucho.

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