«El Zucará» se presentó en el Pequeño Teatro y expresó su deseo de regresar al Festival de Durazno

Este viernes, tuvo el Pequeño Teatro de Durazno uno de esos encuentros que se siente más de lo que se puede describir. Julio Víctor González, El Zucará, volvió a cantar frente a un público que lo escuchó con mucho respeto, mucho cariño y también memoria. Fue dentro del ciclo “Cruce de Caminos”, idea nacida del proyecto musical duraznense Almíbar Producciones, que acerca figuras del canto popular de distintos rincones del país.

Desde el primer acorde, el músico rochense repasó canciones de distintas etapas de su vida, habló de sus comienzos y también de sus ausencias. Conmovió cuando recordó a Humberto Piñeiro, su compañero de dúo, de cuya partida se cumplen 30 años. “Siempre está presente”, dijo, con esa mezcla de serenidad y nostalgia que lo caracteriza.

En un momento de la noche, hizo un comentario que despertó aplausos: quiere volver al Festival Nacional de Folclore de Durazno en la próxima edición, esta vez junto a sus hijos, con quienes comparte un proyecto musical familiar. Fue más que un deseo; sonó a reencuentro anunciado.

A sus 76 años, mantiene intacta su voz y esa manera sencilla de decir las cosas que lo hace cercano. También hubo espacio para el humor, para anécdotas y para mirar atrás sin perder la frescura.

La velada contó con la participación del duraznense popularmente conocido como "el Negro Rosano”, que abrió la presentación y sumó su aporte local.

De Rocha a todo el país

Julio Víctor nació en Rocha en 1949, y desde niño la música fue parte de su vida. Primero una guitarra de juguete, después canciones en portuñol y, más tarde, los ritmos del Club del Clan y los Beatles, que lo marcaron antes de abrazar el folklore.

Con Los Zucará, firmó discos que ya son parte de la historia del país, como Poema de octubre y Cosas del camino. En su carrera solista, siguió explorando caminos con Intisol y Raíces del Este. Hoy, junto a Martín y Daniela, sus hijos, continúa llevando esas raíces a nuevas generaciones.

Lo de este viernes además de un recital, fue el reencuentro de un artista con la gente del interior, la confirmación de que el canto oriental sigue vivo, y sobretodo el folclórico.